Durante la tarde de ayer, los medios de comunicación titulaban casi unánimemente la noticia como «Eluana acaba de morir». Es una forma de contarlo que admito no haber entendido del todo. Hablar de cese de las escasas funciones fisiológicas restantes en Eluana habría resultado mucho más adecuado. Contar que Eluana murió ayer es jugar con la baraja de gente muy poco recomendable.
Italia experimenta su propia versión del caso de Terry Schiavo. Una mujer, Eluana Englaro, sufrió hace 17 años un accidente de coche que causó daños cerebrales catastróficos. Ha estado desde entonces en estado vegetativo, y su familia lleva años en una lucha legal para permitir su muerte completa con un mínimo de dignidad. Han ganado la batalla recientemente, y se le está retirando la alimentación.
El ala derecha personalizada en Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, ha intentado impuner una ley de emergencia bloqueando la suspensión del mantenimiento con vida de Eluana, una decisión tomada tras consultar con el Vaticano. En otras circunstancias, ésta podría parecer una regla de oro; no se consulte con el representante de un culto basado en la muerte antes de tomar una decisión de vida o muerte. Su consejo será siempre malvado y estúpido.
La racionalización de Berlusconi es simplemente repugnante. Afirma estar «rescatando» a Englaro —falso, dado que lleva 17 años muerta a todos los efectos— y en la que podría ser la más desagradable y desafortunada excusa jamás propuesta para una acción de la derecha, se ha justificado afirmando que Eluana está físicamente «en condiciones de tener hijos». ¿Cuál podría haber sido su siguiente actuación bizarra como Príncipe Azul de saldo? ¿Fertilizar uno de sus óvulos?
Reconforta descubrir que el criterio de la Iglesia Católica para evaluar el valor de una vida de mujer reside en la funcionalidad de sus ovarios, más que en la actividad cerebral, la existencia de su mente.
Por suerte para la familia y para la propiia Eluana, su cuerpo cesó la agonia que llevaba 17 años sufriendo. Es una buena noticia el final de esta tortura irreversible.
Visto en She is «in the condition to have babies» publicado en Pharyngula.
Italia experimenta su propia versión del caso de Terry Schiavo. Una mujer, Eluana Englaro, sufrió hace 17 años un accidente de coche que causó daños cerebrales catastróficos. Ha estado desde entonces en estado vegetativo, y su familia lleva años en una lucha legal para permitir su muerte completa con un mínimo de dignidad. Han ganado la batalla recientemente, y se le está retirando la alimentación.
El ala derecha personalizada en Silvio Berlusconi, el primer ministro italiano, ha intentado impuner una ley de emergencia bloqueando la suspensión del mantenimiento con vida de Eluana, una decisión tomada tras consultar con el Vaticano. En otras circunstancias, ésta podría parecer una regla de oro; no se consulte con el representante de un culto basado en la muerte antes de tomar una decisión de vida o muerte. Su consejo será siempre malvado y estúpido.
La racionalización de Berlusconi es simplemente repugnante. Afirma estar «rescatando» a Englaro —falso, dado que lleva 17 años muerta a todos los efectos— y en la que podría ser la más desagradable y desafortunada excusa jamás propuesta para una acción de la derecha, se ha justificado afirmando que Eluana está físicamente «en condiciones de tener hijos». ¿Cuál podría haber sido su siguiente actuación bizarra como Príncipe Azul de saldo? ¿Fertilizar uno de sus óvulos?
Reconforta descubrir que el criterio de la Iglesia Católica para evaluar el valor de una vida de mujer reside en la funcionalidad de sus ovarios, más que en la actividad cerebral, la existencia de su mente.
Por suerte para la familia y para la propiia Eluana, su cuerpo cesó la agonia que llevaba 17 años sufriendo. Es una buena noticia el final de esta tortura irreversible.
Visto en She is «in the condition to have babies» publicado en Pharyngula.
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