lunes, 24 de noviembre de 2008
Entrevista a Dios (1ª parte)
Aún no salgo de mi asombro.
Hará una semana, estaba yo en la ducha cuando oí ruidos procedentes del salón. Y se supone que estaba solo en casa. Me entró pánico, pensé que quizá habían entrado a robarme. Me puse una toalla alrededor de la cintura y cogí el secador para el pelo con intención de usarla como arma defensiva marca Philips.
Abrí la puerta del baño convencido de que iba a encontrar a dos señores en chándal cargando con mi televisión. Pero no fue eso lo que vi. Ni mucho menos.
Mediría metro noventa. Ojos azules. Morena y rubia (dependiendo de por donde le diera la luz), media melena. Completamente desnuda, muy pálida. No tenía vagina. Pechos sí, pero no pezones. Olía a mar y toda ella resplandecía tibiamente. Se oía como música celestial muy suave de fondo. Es difícil describir lo que sentí en aquel momento. Fue como si las puertas de mi alma se abrieran de par en par, y lo único que acerté a decir fue:
“No eres el repartidor de Eroski, ¿verdad?”
Ella me miró y, sin mover los labios, como si me hablarara directamente en mi cabeza me dijo:
“Soy tu Creadora. Y vengo a concederte una entrevista.”
Le pedí un minuto. Me vestí a toda velocidad, silencié el teléfono y, cuando volví al salón, Ella estaba sentada en el sofá, hojeando un País Semanal de hace un par de semanas.
PEDRO: ¿Le gusta?
DIOS: Me gustaba más la maquetación de antes.
P: A mí también.
D: Lo sé.
P: Por supuesto. ¿Cómo debo llamarla?
D: Dios está bien.
P: Y bien, Dios, ¿a qué debo semejante honor?
D: El honor es mío.
P: Vaya, es muy modesta.
D: Yo inventé la modestia.
P: Claro. ¿Sabes?, me ha sorprendido que sea usted una mujer.
D: Bueno, éste cuerpo sólo es una proyección. Mi verdadera forma es tan hermosa que te volvería loco.
P: Ésta forma ya me vuelve loco.
D: ¿Estás coqueteando conmigo?
P: No, para nada, perdón. Sólo quería poner de manifiesto que… Eh… No soy digno de que entres en mi casa.
D: Ahórrate los cumplidos y empieza la entrevista.
P: Vale, perfecto. Sólo estaba calentando un poco. Es que no sé por dónde empezar.
D: Pregúntame lo que quieras, tengo todas las respuestas.
P: Sí, claro. Veamos, eh… ¿Felipe González era el señor X de los GAL?
D: Sí.
P: ¡¡Lo sabía!!
D: Puedes hacerlo mejor.
P: ¿Los atentados del 11-M fueron causa directa de la invasión de Irak?
D: Si, claro. Deja de hacer preguntas obvias.
P: Está bien. Te haré preguntas mas profundas... A ver… ¿Cuál es el sentido de la vida?
D: No hay ningún sentido en absoluto.
P: No me digas eso. ¿No hay ningún sentido?
D: Para nada.
P: Qué mal...
D: Es que lo queréis todo.
P: Bueno, entienda que es frustrante que la existencia de uno no tenga sentido.
D: Mi existencia tampoco tiene sentido. ¿Qué sentido tiene ser todopoderosa?
P: No sé. ¿Mandar?
D: Venga, hombre, yo no mando nada. Os di libre albedrío y ni siquiera me dais las gracias.
P: No tenemos porqué, de eso va el libre albedrío.
D: No te pases de listo conmigo, puedo hacer que te dé el síndrome de la clase turista con sólo pensarlo.
P: Perdón. Cambiemos de tema. ¿Existe el infierno?
D: Que va. Eso es solo para asustar. Además no me lo inventé yo.
P: Vaya esa no me la esperaba. ¿Podría crear una piedra que ni siquiera usted misma pudiera levantar?
D: Podría, pero no soy imbécil.
P: ... una curiosidad, ¿el fornicio es pecado?
D: Depende de con quién lo hagas.
P: ¿Y la masturbación?
D: Si es por desahogo, no. Si es porque no hay nada en la tele, un poco.
P: ¿Qué le parece Obama como presidente de los EEUU?
D: Me parece bien aunque Clinton también hubiera sido una buena opción. De todas formas eso no es asunto mío, es cosa de los estadounidenses y no me preguntes más de política.
(la segunda parte. Proximamente...)
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